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Colombia, como país latino y perteneciente al mundo en desarrollo, se encuentra claramente afectada por el fenómeno de crecimiento urbano, con un alto porcentaje de asentamientos humanos en condiciones precarias, especialmente como consecuencia del desplazamiento social a causa del conflicto interno. Pero también es cierto que tras este fenómeno se escuda un gran número de personas de clase baja, media baja y media que ‘aprovechan el desorden’ y se adueñan de lotes, o los compran a precios muy bajos para edificar como si fuesen víctimas de la guerra o pobres desventurados que no tienen más opción, pero sí tienen para edificar cuatro o cinco pisos que luego son rentados o vendidos, lo que también engrosa la construcción pirata, tema tratado en el reportaje anterior.  
Como en el resto del país, nuestra Área Metropolitana de Bucaramanga ha avanzado hacia los lugares más inimaginables: las riveras de los ríos, lotes descuidados por sus dueños, los lotes del Estado, y sectores baldíos o peligrosas pendientes vetadas por las administraciones locales por ser de alto riesgo, entre otros, se han constituido en el caldo de cultivo de los asentamientos humanos ilegales que hoy por hoy dejan ver la urgencia de gestiones eficaces por parte de los diferentes estamentos del estado.  
Adviértase que a pesar de todo, el artículo 51 de la Constitución Política de Colombia expresa que “todos los colombianos tienen derecho a una vivienda digna”. Sin embargo, Colombia aún sobrelleva los costos de los casi 50 años de conflicto interno. Según la Agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, desde 1997 hasta el 1 de febrero de 2016 han sido registradas oficialmente 6.9 millones de personas desplazadas internas en Colombia. Esta colosal cifra constituye al derecho consagrado en el artículo 51 de nuestra constitución en un sueño por construir que miles de familias están erigiendo sobre pendientes peligrosas de terrenos erosionables, y colocando sus cimientos de defectuosa madera, lata o débil fibra sobre el barro en el que, por años, plasmarán sus huellas en búsqueda del sustento con qué entretener su vida y la de sus pequeños, mientras esperan un próximo golpe de características diferentes que alivie su pasado y les devuelva un terreno y construcción un poco más reales o firmes.

Crónica Cafe Madrid - UPB
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